Friday, May 23, 2008

No quiero quemarme

No puedo creer, doctor, que se quede dormido en las audiencias. ¿Me estás hablando en serio? Te lo juro, mi hermano. Incluso a veces se recuesta con el gordo, y los dos roncan. Imagínate, profesor universitario y todo. Bueno, doctor, esto último hoy en día tampoco es garantía. Basta una pequeña ayudita y cualquiera dicta un curso hasta en las más prestigiosas y renombradas universidades de Lima. En mis tiempos no era así. Las canas son importantes, como las que usted y yo nos manejamos.

Es increíble. No cabe duda que el arbitraje se ha desprestigiado mucho. Es como todo en la vida, hay árbitros, y HAY ÁRBITROS. Hoy casi todo es influencia y otras cosas. Parece que lo importante es cobrar los honorarios, y luego no trabajan, no revisan lo que firman, no están incluso preparados en las audiencias, recién revisan el expediente con detenimiento antes de laudar. Ah, y lo peor de todo, es que se dilatan los procesos como si uno estuviera ante el Poder Judicial. Es que los honorarios de los árbitros responden a un interés superior. Usted debe entender eso, señor. Por eso, si no se paga, el arbitraje no avanza. Así tiene que ser. Me parece una buena regla. No hay derecho, caracho, que se trabaje sin cobrar. Luego nos cae la OIT.

Al menos hay nivel en los árbitros, mi hermano. También discutible, doctor. A veces uno recibe decisiones que nos hacen reflexionar si no son –quizás- necesarias unas cortas pero intensivas clases de algún curso determinado.

Oye, mi estimado, y qué respuesta te da cuando lo llamas y le preguntas por el error que se ha cometido, o la arbitraria decisión que se ha tomado; al fin y al cabo, más allá de la sabrosa imparcialidad, ¿es árbitro de parte no? “No quiero quemarme”. Ay, viejo, los honorarios no se negocian, se toman o se dejan.


Hernán Jordán

1 comment:

Anonymous said...

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