Wednesday, October 15, 2008

No pasa nada


Centro Cultural de la PUCP, 2 de octubre de 2008.

A veces el autor quiere engañarnos con sus títulos. Enmascaran cierta vanidad que fuera mejor desechar tras una rápida mirada en el espejo. Aquí no hay poesía o Grandes sobras, para quedarnos en el escenario local, lejos de ofrecer disculpas de antemano por lo que el lector (no) va a encontrar, plantean una cuestión previa. Y es que bueno, uno mira su obra, la ve pequeñita, muy poca cosa, pero decide -como es legítimo- sacarla a la luz. Sabiendo que no es lo mejor que se haya escrito (aunque sea lo mejor que él pueda hacer), decide ponerle semejante rótulo para responder por anticipado. ¿Qué podría decir el crítico que lee una obra titulada Esto es una porquería? Advertido estuvo. Sin embargo, ¿por qué entonces publicarla?, cabría interrogarse.

Otra excusa tonta consiste en pretextar que la obra es personal. Debemos ahorrarnos nuestros calificativos de buena, mala, insufrible o simplona si escuchamos al autor señalar que su más reciente arremetida es intimista. Si solo es entendible por él, ¿por qué comunicarla a un público incapacitado para apreciarla?

Nada justifica publicar algo. Nada tampoco es suficiente para lo contrario.

La obra escrita y dirigida por Jorge Castro es un ejemplo de ambas disculpas. Supuestamente, qué podríamos reclamar allí donde su título ya nos dice que no pasa nada. Qué podríamos gustar de una obra que repite ser personal en todas las estupideces de que está compuesta, y donde el bestia insensible es siempre el espectador.

No niego que esta puesta me impuso un severo cuestionamiento ético. ¿Resulta admisible que el espectador -que luego esboza unas líneas en el blog de un amigo suyo- comente una obra que no haya visto hasta el final? ¿Es válido salirse de una obra porque le resulta de un bostezo insoportable? Estimé que no.

Aplaudí sin entusiasmo y por los actores. ¿Costará el doble representar una obra sosa, o ya es oficio? Me gustaron algunos chistes efectivos en la interpretación siempre sólida y estupenda de Miguel Iza. Manuel Gold me pareció bueno lo poco que salió. Cesar Ritter fue una novedad agradable (sobre todo en su relato final del hundimiento, conmovedor de veras). Lo mejor de la obra fue aquella delgada línea de Anneliese Fiedler donde, como pintó Courbet, todo comienza.


Abraham García Chávarri

Tuesday, September 09, 2008

¡VIVOS!

La música en vivo tiene algo que la hace muy atractiva, tal vez porque muestra la energía del intérprete sin filtros o sin ayudas (aunque la tecnología actual hace milagros) o tal vez sea porque permite la versatilidad o la mutabilidad respecto de las grabaciones de estudio. Sea como sea, tienen algo especial y mágico.

No es que este texto pretenda establecer un ranking, sino únicamente quieren mostrar mis preferencias particulares respecto de aquellas interpretaciones en vivo que me fascinan. Siendo así, a continuación presento (gracias al Youtube) aquellas canciones que me fascinan, con una pequeña presentación en cada caso.

1. The Beatles – “Help!”

La canción es interpretada en el primer megaconcierto de la historia del Rock and Roll, el 15 de agosto de 1965, en el Shea Stadium, ante más de cincuenta mil personas (claro, esa cifra ha sido superada largamente a esta fecha).

Se puede escuchar el estruendo de las quinceañeras atiborradas de hormonas y la magnitud de la llamada “beatlemania”. También sirve para ver que, sin ser el mejor grupo en vivo, los Beatles tenían sin duda la energía suficiente para convertirse luego en el mejor grupo de rock de todos los tiempos.



2. Bob Dylan – “Like a rolling stone”

Sí, es cierto, Dylan tiene una voz horrible, pero es el más grande cantautor de todos los tiempos. Durante 1966 hizo una gira por el Reino Unido, llevando su nuevo sonido, ante la mirada atónita de antiguos admiradores luego convertidos en ácidos (e intolerantes) críticos.

Así, el 17 de mayo de 1966, en el Manchester Free Trade Hall, una de dichas personas, casi al final de concierto le gritó “Judas” (debido a la supuesta traición que había cometido al tocar rock), a lo que Dylan respondió “I don’t believe you. You’re a liar”, y luego dio vuelta a su banda y les dijo “play it fucking loud”. Lo que sucedió después es lo que veremos a continuación. Una interpretación simplemente brillante.



3. The Rolling Stones – “Sympathy for the Devil”

El 11 de diciembre de 1968, un grupo de tipos impresentables, pero geniales musicalmente, se juntó en un proyecto de los Rolling Stones, el llamado “Rock and Roll Circus”.

Dicen que los Stones no quisieron publicar este material porque se vieron opacados por las interpretaciones de “The Who” (otro grupo abusivo), pero basta ver la interpretación que hicieron de “Sympathy for the Devil” para darse cuenta de que ello no es más que una vil mentira. Jagger realmente se luce.



4. Eric Clapton – “Tears in Heaven”

Si la tristeza puede ser cantada, ésta es la mejor muestra de ello. El 16 de junio de 1992, Clapton tocó en la serie de conciertos acústicos “Unplugged” la versión de “Tears in Heaven”. Dicha canción está dedicada a la memoria de su pequeño hijo fallecido en un trágico accidente.

La interpretación es triste y dulce, la letra, sencillamente perfecta: “Would you know my name/ If I saw you in heaven?/ Would it be the same/ If I saw you in heaven?/ I must be strong/ And carry on/ 'Cause I know I don't belong/ Here in heaven”.



5. José José – “El triste”

Es el mejor cantante, nadie cantará como lo hizo (ni siquiera él mismo) y merece largamente el título de “Príncipe de la Canción”.

La interpretación corresponde al año 1970, en el Festival de la Canción Latina (que luego cambiaría su nombre a “Festival OTI de la Canción”).

No hay mayores comentarios al respecto, ver la presentación nos muestra que ésta fue apoteósica, brillante y emocionante.




Jorge Orlando Ágreda Aliaga

Monday, September 08, 2008

Tres canciones

A veces, cuando andaba medio melancólico, o susceptible como seudo artista, o simplemente perdiendo el tiempo como huevón, me ponía a divagar sobre qué canciones elegiría si tuviera que escoger sólo tres. Nada más que tres. Bajo esas ridículas premisas de “las que más te gustan”, “las mejores”, “las que escucharías –una y otra vez, sin parar- en una isla desierta”. Obviamente, nunca escogería sólo tres. Ni de a vainas. Son tantas canciones, y tan variadas en género y época, que tamaña tarea sería imposible de realizar, además de estúpida. Así que dándole algunas vueltas a la idea, y dejando a un lado los absolutos, decidí mandarles un bosquejo, un intento de ese inútil ejercicio. Ahí les van tres canciones (de una lista sin fin) que a mí me gustan mucho. Muchísimo.

La primera canción es de la autoría de Julio “Gunda” Merced, se llama “Mi desengaño”. Es una salsa muy especial. Cadenciosa, melodiosa y sabrosa. La letra es sencilla y clara. Es una de mis canciones favoritas. Salió en el álbum “Lucky 7” de Roberto Roena y su Apollo Sound en 1976. Aunque ya varios la han cantado, yo me sigo quedando con la versión original del disco, cantada por “Papo” Sánchez. Ahí les va una versión en vivo, como debe de ser. (Nótese que Roena, en un ataque de mezquindad que no se le conocía, le arrebata el micro a “Papo” cuando empezaba a sonear de lo lindo. Igual la versión es muy buena.)


La segunda canción es una antigua ranchera, “Las nieves de enero”, compuesta por Mario Molina Montes (otro de las grandes compositores de la música mexicana). Hay versiones en las voces de Miguel Aceves Mejia y de Antonio Aguilar, muy buenas ambas. Pero yo me quedo con la versión en banda y con la miserable voz de “Chalino” Sánchez (algunos tontos le adjudican la autoría del mencionado tema), quien fue el que hizo famosa la canción entre la plebe, entre la gentita de los más bajos fondos. Es que “Chalino” fue muy bravo. Cuenta la leyenda que, de chibolito, fue testigo de la violación de su hermana. Muchos años después, ya adolescente, dio muerte al violador en una concurrida fiesta y ante cientos de testigos: le disparó en el rostro a sangre fría. Lo que sí no es leyenda fue el “encontronazo” que tuvo en una de sus presentaciones. Un sujeto del público subió armado al escenario de improviso. “Chalino” alcanzó a desenfundar su arma, pero ésta se le trabó. Recibió dos disparos (uno de los cuales le perforó un pulmón). Logró recuperarse a tiempo para descargar su arma y dar muerte a su agresor. De la que no se salvaría fue de una intervención de unos falsos federales (policías) en Sinaloa, su estado natal. Los “federales” simularon una intervención de rutina y un arresto y se llevaron a “Chalino”. Su cuerpo apareció dos días después atado de manos y con signos de haber sido torturado, le habían disparado en la nuca. Ahí les va su versión de “Las nieves de enero”. Otra de mis canciones favoritas.


La tercera y última canción es “Billy”, autoría de Bob Dylan. Conocí la música de Bob en la universidad, gracias a un ex amigo que "ha cambiado" (para mal, desgraciadamente). Desde ese momento no he dejado de escuchar al gran Bob. Es un fuera de serie, un genio. “Billy” forma parte de la banda sonora de la película “Pat Garret and Billy The Kid” (1973). Aunque para varios “conocedores” la peli es lo máximo de lo máximo, a mí no me gustó mucho. Creo que la música de Bob Dylan es –de lejos- lo mejor de la película. Y creo que esta canción en particular es de lo mejor que he escuchado en mi vida. De hecho, es la canción favorita de mi viejo. Disfrútenla.


Oscar Aybar

Saturday, August 30, 2008

El único e irrepetible Dream Team

Portada de Sports Illustrated del 18 de enero de 1991

El domingo vi la retransmisión de la disputada final olímpica de básquet entre Estados Unidos y España. Predeciblemente, aunque sufriendo más de la cuenta, los norteamericanos se hicieron con el oro (en medio de acusaciones de favoritismo arbitral) y pusieron fin a su sequía de ocho años sin títulos. Ahora que los inventores del juego tienen que esforzarse para conseguir lauros, resulta imposible no añorar al Dream Team original, aquel que arrasó ("compitió" no sería un verbo exacto) en Barcelona 92. No sólo ha sido la mejor escuadra de baloncesto de todos los tiempos, sino la más brillante selección jamás armada en cualquier deporte colectivo. Un verdadero equipo de ensueño.

Tuve la suerte de ver jugar a esa pléyade de estrellas. Tenía apenas once años durante dichas olimpiadas, pero mi primo Alex López ("Gigio", para los amigos) grabó todos los partidos del Dream Team en cassettes de VHS y nos deleitamos repetidamente con su magia a lo largo de la década, hasta que las cintas se enmohecieron (ahora nos queda el consuelo de YouTube, ojalá alguien se anime a editar en DVD o Blue Ray tan recordada performance). Al igual que millones de personas alrededor del mundo, gracias al equipo soñado me aficioné al básquetbol y comencé a seguir la NBA con fruición, sobre todo mientras duró la época dorada de los inconmensurables Chicago Bulls.

La génesis del Dream Team se remonta a 1989, cuando el COI permitió que Estados Unidos presentara por primera vez una selección de básquet compuesta por profesionales (y no amateurs, como se estilaba hasta entonces). La NBA tenía entonces a su generación más talentosa, nunca antes una presea dorada anunciaba a su ganador con tanta anticipación. Pero surgieron algunos inconvenientes y la elección de la plantilla no estuvo exenta de polémica. Se dijo que Michael Jordan condicionó su presencia a que Isaiah Thomas no fuera convocado, los dolores crónicos de espalda de Larry Bird ponían en duda su participación y "Magic" Johnson fue diagnosticado como portador del virus HIV. Parecía que los dioses conspiraban contra sus émulos.

Pero nada podía impedir que el sueño se materializara y USA Basketball dio a conocer su lista de doce seleccionados, diez de los cuales serían considerados luego entre los cincuenta mejores jugadores de la historia de la NBA. Tras superar el trámite eliminatorio de Portland y con sólo un partido adicional de preparación, la irrepetible constelación se dispuso a maravillar a todo el orbe. Desde su arribo a la capital catalana, el Dream Team dejó claro que no era muy de este mundo. Los astros se negaron a hospedarse en la villa olímpica junto con el resto de atletas y eligieron instalarse en el hotel más lujoso de la ciudad acompañados por sus familiares. Sin duda, eran la atracción principal de los juegos y los medios cubrieron aparatosamente sus dos únicos entrenamientos.

Ya en competencia, el Dream Team pasó por encima a todos sus oponentes, quienes aceptaban resignados y hasta sonrientes las canasteadas que les iban propinando sus ídolos (y luego les pedían autógrafos y que se tomaran fotos con ellos). Además, el lujo y la fantasía que desplegaron los estadounidenses no habían sido vistos hasta entonces en el baloncesto internacional. El equipo de ensueño ganó contundentamente sus ocho encuentros con una diferencia promedio de 43.8 puntos sobre sus rivales y sin que su director técnico, el también legendario Chuck Daly, pidiera tiempo una sola vez. Repasemos hombre por hombre, según su número de camiseta, tan inmortal formación.


4. Christian Laettner: El mejor jugador universitario de su tiempo, devino en mediocre al pasar al profesionalismo. Aunque es muy recordado por ese detalle, el entonces estudiante de Duke no desentonó en el Dream Team.

5. David "The Admiral" Robinson: Su habilidad como centro sólo es comparable a su generoso corazón. Siempre defendió a los San Antonio Spurs y, ya veterano, pudo conseguir sus ansiados anillos de campeonato con la llegada de Tim Duncan, con quien formó las Twin Towers.

6. Patrick Ewing: Uno de los hijos predilectos de la Gran Manzana, pese a haber nacido en Jamaica. De demoledor juego interior y medio, este titán lideró a los indesmayables New York Knicks de fines de siglo y llegó a arañar la gloria.

7. Larry Bird: Jugaba tan bien que todavía se bromea que no es blanco sino despigmentado. Letal en los triples y demás tiros largos, tenía también una extraordinaria visión de juego. Ídolo absoluto de los Boston Celtics.

8. Scottie Pippen: Maravilloso jugador que podía jugar de base o alero indistintamente, además utilizaba como nadie el tablero al hacer sus lanzamientos. Los Chicago Bulls no hubieran sido lo mismo sin él.

9. Michael "Air" Jordan: El más grande de todos, versátil y capaz de decidir juegos él solo, siempre tomaba el último tiro y usualmente lo embocaba. Fue el principal culpable que muchos de sus contemporáneos no lograran ganar campeonatos.

10. Clyde "The Glide" Drexler: Otro genial escolta y espectacular finalizador de jugadas. Son inolvidables sus duelos con His Airness en los concursos de volcadas de los ochenta. En ese momento paseaba su talento por los Portland Trail Blazers.

11. Karl "The Mailman" Malone: El segundo máximo anotador en la historia de la NBA y el delantero de poder más inteligente, fuerte y hábil que ha existido. Formaba una pareja letal con John Stockton.

12. John Stockton: El mejor base armador de todos los tiempos, su récord de robos y asistencias todavía sigue vigente. Su carrera duró diecinueve temporadas, siempre fiel a su Utah Jazz.

13. Chris Mullin: Un tirador puro, de esos que ya no se ven con frecuencia. Podía lanzar con ambas manos y dejaba todo en la cancha. Jugaba en los Golden State Warriors, club donde ahora se desempeña de gerente general.

14. "Sir" Charles Barkley: Rudísimo dentro de la cancha y controversial fuera de ella, era el arquetipo del ala pívot. Su carácter intimidante y su mordaz sentido del humor hasta ahora dan que hablar. Entonces la rompía en los Phoenix Suns.

15. Earvin "Magic" Johnson: Magia pura, de no existir Jordan, él hubiera sido el mejor de la historia. El más carismático de la delegación, el de Los Angeles Lakers era ovacionado cada vez que entraba a la cancha. Hoy es todo un ejemplo de vida.

Jorge Luis Gutiérrez Torres


Saturday, August 09, 2008

Feria del Libro

Ocurre a veces que en las ferias de libros hay todo menos libros. La idea es provocar la mayor atención de un público cada vez más distraído y aburrible. Por eso es muy celebrado el bullicio y los suvenires. No importa que se lea o no. Ese siempre es asunto privado (o reducidamente colectivo). Y también pasa que una feria del libro es el ambiente propicio para que afloren cantautores nacionales en concurridas sesiones de firma de libros biográficos, de títulos que recuerdan las causas nobles de los best seller de autoayuda, y que además –no podía ser mejor el pack- vienen con el disco en versión acústica de sus últimas acometidas.

Le preguntan al cantautor nacional cómo así su nueva afición por las letras. Dentro de todo, nos explica después el periodista que también dice ser escritor, el cantautor es un artesano del lenguaje, o poco más o menos, por lo que el tránsito entre un registro y otro es natural e inevitable. Ya encontrando alguna palabra que le ayude con la valla de la página-mente en blanco, el cantautor reconoce que él es un aprendiz de escritor, pero que “está investigando más sobre los libros”.

Ello me hizo imaginar en qué tramo de la investigación pueda encontrarse. Quizá sepa -o esté muy próximo a saberlo- de qué están hechos los libros, cómo se imprimen y encuadernan. Quizá ahora distinga las carátulas de las cubiertas y de las portadas. Quizá prefiera las tonalidades mate y esté triste porque hay algunos extensos, gordos, muy poco saludables, en los que no asoma ni una sola ilustración y todo es cansado tipo monocorde. Quizá ya sea de su conocimiento, como la tribu aborigen que cuenta Denegri, que los libros se abren y se cierran en dos enérgicos como simultáneos movimientos de manos y muñecas; que, como Chespirito, son útiles para nivelar las mesas o acabar con un arácnido; o que, como dicen de Atahualpa, sean aptos para estrellarse aparatosamente contra el suelo.

Si hay suerte, mucha mala suerte, también puede descubrir que sirven para ser leídos.


Abraham García Chávarri

Saturday, July 19, 2008

Los Sopranos a secas


¿Qué puede convertir a una serie de televisión en la mejor serie de la historia? ¿Es posible colocar a una sola serie por encima de cuanto se haya hecho en casi setenta años de televisión? Definitivamente, es casi imposible contar con un pleno consenso y arribar a una decisión tal, que no genere los siempre necesarios detractores, y las opiniones disconformes. El debate es inherente en el ser humano, y a Dios gracias es así, si no que aburridos estaríamos. Es como en la vieja frase, que mi viejo querido usa a cada rato, “para gustos y colores, no han escrito los autores”.

Así, muchas veces no hay nada que genere más polémica que los benditos rankings que nos invaden constantemente en los medios de comunicación. ¡Tomemos conocimiento de las 100 mejores películas!, ¡los 100 mejores discos!, ¡los 100 mejores libros!, etc. Me confieso ante todos como un no creyente en los rankings; es más, como un detractor de los mismos. Acaba de salir uno de la FIFA indicando que nuestro campeonato de futbol ocupa el puesto undécimo en relación a las ligas del mundo. Ante tamaña falacia, sobran las palabras.

Sin embargo, para todo hay una excepción. Esa excepción es un dogma de fe señores: la mejor serie de televisión de todos los tiempos es, sin admisión de debate alguno, “Los Sopranos”. Quizás la serie más completa pueda ser aquella que nos brinde todos los posibles géneros, sin que se desnaturalice por supuesto el sentido de la trama que sus autores nos quieren contar; en este caso, historias de -aunque indebidamente llamada- “La Cosa Nostra de New Yersey”. En Los Sopranos encontramos -además de una trama fantástica, extraordinarias actuaciones y una banda sonora de ensueño- un mix de géneros: drama, acción, momentos de comedia y de romance, suspenso, violencia, etc. A David Chase, su creador, debe construírsele un monumento.

Los Sopranos es la exitosísima serie de la cadena de televisión HBO que revolucionó la televisión mundial, convirtiéndose rápidamente en la serie de una cadena de cable más importante de todos los tiempos. La revolución se dio en el mismo formato de la serie, y en su dirección fotográfica propia de una película. Acá no admito, señores, discusión alguna. Es la mejor serie de televisión que se ha hecho.

Personajes extraordinarios que se han convertido en verdaderos referentes de nuestros tiempos, dentro del denominado como “género de gángsters”, en el mismo nivel de “El Padrino” y “Buenos Muchachos”. Cómo poder olvidar los clásicos personajes de Tony y Carmela Soprano (interpretados magistralmente por James Gandolfini y Edie Falco), Paulie Gualtieri (Tony Sirico, un ex-convicto en la vida real), Silvio Dante (el músico Steve Van Zandt), Corrado “Junior” Soprano (interpretado por Dominic Chianese, el actor que diera vida a Jhonny Ola en El Padrino 2), Christopher Moltisanti (Michael Imperioli, llamado por Tony a sucederlo) y un largo etcétera, puesto que en Los Sopranos no hay personaje que no esté perfecto: Meadow, A.J., Adriana, la Dra. Melfi, Ralph, Janice, Furio, Bobby, “Hesh”, Artie, Patsy, Vito,...

Unas historias alucinantes. Guiones que lo atrapan a uno desde el inicio del capítulo. Y genial dirección (cada episodio es dirigido por un director diferente, no repitiendo nunca el mismo director dos capítulos seguidos. El mismo Steve Buscemi se animó a dirigir un par de capítulos, antes de participar regularmente en la quinta temporada de la serie con el personaje de Tony Blundetto, asesinado por su propio primo).

Escenas memorables como las muertes de muchos de los personajes regulares de la serie a lo largo de las temporadas. Un verdadero fanático de la serie no podrá dejarse de sorprender cuando vuelva a ver las escenas de las muertes de Salvatore “Bis Pussy” Bonpensiero, Adriana La Cerva, Ralph Cifaretto, Vito Spatafore o Bobby “Bacala” Baccalieri (confieso que en esta última casi derramo una lágrima).

La banda sonora de la serie merece un apartado aparte. Desde Frank Sinatra, hasta Rolling Stones, pasando por Elvis Costello, Bob Dylan, The Pretenders, Deep Purple, Ella Fitzgerald, etc. La música de la escena final del último capítulo es impresionante. Nunca una escena final ha generado tanto debate.

En efecto, lamentablemente no tenemos más capítulos de la serie hoy en día. Su creador nos regaló tan sólo seis temporadas (esta última dividida en dos partes). ¿Habrá o no muerto Tony Soprano en la última escena? Creo que sólo David Chase lo sabe. Todo da a entender que así fue. Las pistas que se van dando a lo largo de la última temporada nos llevan a pensar esto. Ahora, si los rumores son ciertos, y tendremos una película en el futuro, no podría concebirse a Los Sopranos sin el Padrino de nuestros tiempos. Tony vive. No nos olvidemos que Carlo Gervasi era un informante del FBI (Tony le dio un puesto más importante al final), y la muerte de Phil Leotardo, aunque negociada, debe traer sus consecuencias. ¡Cómo se extrañó a Johnny Sack como Jefe de la familia de New York! Tony Soprano tiene mucho todavía por mostrar.

No hay duda alguna. Los Sopranos es la mejor serie de televisión de la historia. El que no esté de acuerdo, que haga su ranking.


Hernán Jordán



Friday, July 18, 2008

Batman es la Noche

La mejor de todas las películas basadas en un cómic. Así, sin duda, sin contemplaciones. Una película brutal, descarnada, oscura. Es algo extraño, generalmente, las películas que se estrenan por estas fechas están dirigidas al gran público, son bastante digeribles y básicamente pretenden entretener, y que cuando uno sale del cine se queda contento, relajado, animado. Todo lo contrario sucede con este “Caballero de la Noche”, uno termina la película afectado, estresado, fascinado y conmocionado. No es, pues, sólo una película más de superhéroes, no es sólo un blockbuster, es una pieza alucinante que nos muestra el mejor Batman que hayamos visto, es un thriller de aquellos y que seguramente será considerada dentro de lo mejor de los géneros a los que rinde homenaje.

Para los que somos seguidores del Hombre Murciélago, sabemos que sus temas giran alrededor del miedo y la locura. El miedo fue estupendamente manejado en “Batman Begins” por el eficiente Nolan, pero la locura, y todo lo referente a ella, nos ha sido expuesta en esta genial “Dark Knight” (o “El Caballero de la Noche”, como ha sido adecuadamente traducida).

“El Caballero de la Noche” es para los aficionados de Batman el sueño hecho realidad. Dosis de acción, un tratamiento estupendo y fiel de los personajes que tanto apreciamos, la atmósfera perfecta, y relatado todo desde la visión de un director comprometido con el arte.

La película se inicia con la presentación del Joker, un sujeto dispuesto a todo para lograr sus objetivos y genial en sus estrategias, en una secuencia emocionante y divertida. Posteriormente, vemos cómo se forma la alianza entre tres de los principales personajes de la historia, Batman, Gordon y Dent. El objetivo del trío es la derrota de la mafia de Gotham (rindiendo así un homenaje a “The Long Halloween”), pero el objetivo de este preludio es mostrarnos el idealismo de Harvey Dent, la oscuridad a la que se enfrenta Batman y la vulnerabilidad de Gordon. Y después de este prólogo, vuelve a aparecer el Joker para poner todo de cabeza. Es aquí cuando recién empieza la emoción, donde deja de ser la típica película de superhéroes y donde todo se convierte en un thriller espectacular (nota especial merece la escena del interrogatorio, realmente notable).

Y sin entrar mucho al detalle, creo que es necesario hacer algunas referencias a los personajes y a las interpretaciones:

Primero, Bruce Wayne (Christian Bale). El actor galés es el mejor Wayne de todos hasta la fecha. Me refiero pues al personaje del aparente playboy multimillonario, esa máscara que oculta la verdadera naturaleza del justiciero, y nadie lo ha hecho mejor que en esta película.

Segundo, Batman (también por Bale). Éste es el verdadero protagonista de la cruzada, y el actor cumple con creces en su interpretación. Distante, frío y atemorizante, aunque tal vez el efecto de la voz no haya sido el más feliz (quizá algunos fanáticos extrañamos el papel de Batman como el mejor detective del mundo, pero suponemos que la trama no lo exigía demasiado).

Tercero, Harvey Dent (Aaron Eckhardt). Ciertamente, después de ver la gran decepción que hicieron Schumacher y Jones (una pésima copia del Joker de Nicholson y Burton), ver a un Dent sobrio, ecuánime, anhelante de justicia, idealista, combativo y sin miedo es una cosa que realmente emociona. Ver su caída, justificada como nunca antes (haciendo el paralelo con Bruce Wayne, que perdió a sus padres), es realmente uno de los mayores aciertos del filme. Queda el sinsabor de que no se le pueda aprovechar para próximas entregas, pero el final sombrío de la película ameritaba el triste final de Two Face.

Cuarto, James Gordon (Gary Oldman). En las películas previas, al personaje de Gordon nunca se le dio la importancia que se merecía. Ello ha cambiado en esta entrega, porque Gordon obtiene su verdadero lugar en el universo de Batman, mostrándose incorruptible pero confiado, humano y por tanto vulnerable. La construcción de este personaje le debe mucho a “Year One” (de Frank Miller), y es un baluarte fundamental de esta entrega.

Cuarto, Rachel Dawes (Maggie Gyllenhaal). Quizá es el personaje importante más pequeño, pero no por ello menos trabajado. Es un personaje simple, claro y directo, siendo más importante por lo que representa más que por lo que hace en la historia.

Quinto, Alfred Pennyworth (Michael Caine). No hay mucho que decir, sólo que el personaje queda impecable. Es el cómplice perfecto (lo que demuestra que no se necesita a un Robin), sereno y gracioso, equilibrado y la voz de la consciencia del héroe.

Sexto, el Joker (Heath Ledger). Creí que el Joker de Nicholson era insuperable, pero me equivoqué. Y no lo digo porque Ledger esté muerto, sino porque realmente este Joker es cosa seria (aunque suene contradictorio) y muy distinto a interpretaciones previas. Combina lo cruel con lo divertido, el espanto con la burla, como para que no quede dudas de que el Joker es a la locura lo que Batman es a la noche. Inspirado en “The Killing Joke” (por el genial Alan Moore). Particularmente, no sé si se merezca o no el Oscar, pero si Bardem lo ganó el año pasado, tal vez existan algunas posibilidades.

Me encantan las películas de superhéroes, y como dije antes, ésta como que no califica como tal. Es una barbaridad, una verdadera joya. Combina lo atractivo para las masas y el compromiso con el arte.

Batman es la noche, y la noche ha llegado.


Jorge Ágreda Aliaga

Tuesday, July 15, 2008

Quedose turulato papá pato

Once y doce, Auditorio del colegio San Agustín, 12 de julio de 2008.

Cuando apareció –y sí que se hizo esperar- no nos bastó aplaudir con toda nuestra fuerza, sino que también fue imperativo, detenida la función sin ninguna culpa, hacerlo de pie durante largos minutos. Con qué facilidad el público se levanta por cualquier tontería –recordaba alguna ceremonia, y si norteamericana, más-, pero qué justificados estábamos ahora para eso. Celebrábamos a uno de nuestros ídolos y queríamos transmitirle con todo ese estruendo un gracias, maestro; gracias por su genialidad, gracias por regalarnos sonrisas y carcajadas con las cuales combatir a veces una Lima en la que solo garúa.

Con el perdón del maestro Gómez Bolaños, la obra es lo de menos. Es el pretexto que él nos da –nosotros lo tomamos más que agradecidos- para verle y disfrutarle. Lo demás, si la pieza de teatro es buena o mala (yo creo que es regular), es secundario o carece de importancia.

Chespirito representa la obra que ha escrito según las posibilidades físicas de un actor de casi ochenta años. Eso explica, para tristeza de su público, que no salga mucho en escena, mientras la acción gira entorno a otros personajes, acaso valiosos, pero absolutamente impertinentes para el fanático que reclama exclusividad. Sin embargo, no se entienda que está en declive y que asistimos a la despedida de un ancianito muy próximo al fin. Apreciamos a un autor-actor en el despliegue de su talento con los naturales límites de su edad. Está genial en el amago boxístico.

El maestro Gómez Bolaños se desenvuelve con naturalidad por el amplio escenario, y gusta de sentarse mientras dice sus parlamentos. Nos regala varios de sus gags, frases y especiales construcciones gramaticales. Él es un artista del lenguaje; emplea el castellano con soltura y autoridad. Como muchas veces lo ha hecho, aquí también las palabras tienen un papel importante, y casi protagónico en la segunda parte.

Chespirito ha tenido la cortesía de dos menciones nacionales. Pide un pisco y hay una referencia a Viviana Rivasplata. Pienso, me asalta el patriotismo, qué dirá cuando actúe en Chile, su próxima parada, ¿también querrá un pisco?

La obra consta de dos actos y un intermedio que es aprovechado por el público para comprar uno de los libros de don Roberto. La administración, inexpugnable como doña Florinda, comunica que el maestro Gómez Bolaños firmará las publicaciones en una sala de estar contigua, no libre al público. Y apúrese, usted, que solamente algunos pocos.

Terminada la función, muchos corren a la sección de los libros. La fila crece muy rápido y se pierde. Los pobres no saben que ya no habrá autógrafos, pero la aséptica voz del micrófono se encargará de eso (los fanáticos son muchas veces torpes). Chespirito ha tenido dos funciones seguidas aquel sábado y Florinda Meza, su Florinda cancerbera, le ha dicho al oído bueno que está exhausto.

Finalmente, la obra trata de…


Abraham García Chávarri


Friday, June 27, 2008

Nada es más fuerte que Hulk

Hace poco más de un mes, mientras aguardaba que "Iron Man" diera inicio, el trailer de "The Incredible Hulk" llamó mi atención por sobre tantos otros aburridos avances. Entonces me pareció una innecesaria reedición de la historia del hombre increíble y tuve mis serias dudas de que el producto pudiera acercarse siquiera a la versión de 2003. Ahora, tras haber visto el nuevo film, puedo afirmar que fue una decisión más que acertada por parte de Marvel.

"Hulk" de Ang Lee fue un arriesgado ejercicio cinematográfico, lleno de interesantes recursos estilísticos, pero relegó a un segundo plano lo lúdico y se alejó sobremanera de la trama original en función de desarrollar los personajes y sus motivaciones (algo típico en el realizador taiwanés), en detrimento de la fluidez de la narración. Pese a sus muchas virtudes, la cinta fue destrozada por gran parte de la crítica y aburrió a morir a la mayoría de los fanáticos, quienes reclamaron a viva voz una nueva adaptación. Sus plegarias demorarían cinco años en ser escuchadas.

Dirigida por Louis Leterrier (habitual socio de Luc Besson), "The Incredible Hulk" es la película que todo incondicional quería ver. A diferencia de su predecesor, el francés renuncia a reinventar la leyenda del gigante verde y, lúcido, prioriza el ritmo y la espectacularidad por sobre la densidad. Apoyado en el eficaz guión de Zak Penn y Edward Norton (no acreditado), el director propone un relato ágil, frenético cuando tiene que serlo, que no decae nunca. Además, aprovecha de forma sensata los magníficos efectos especiales y ofrece unas secuencias de acción muy bien logradas, manteniendo expectante (y muy entretenido) al espectador durante todo el metraje. Buena labor del también autor de "The Transporter".

El reparto, en general, es de lujo. El talentoso Edward Norton resulta muy convincente en el rol del atormentado Bruce Banner, sobre todo en su esmero por no perder el control mientras es víctima de persecuciones sin intermisión. Tim Roth luce soberbio (como siempre) interpretando al engreído e irascible Emil Blonsky en su tránsito hacia la maldad pura, The Abomination. A William Hurt le queda bien el papel del obsesivo Thaddeus "Thunderbolt" Ross y explota una faceta nada habitual del personaje en la escena final. Sólo Liv Tyler decepciona al no poder replicar el fuerte carácter e inteligencia de la Elizabeth Ross original (como sí lo supo hacer Jennifer Connelly en la versión de Ang Lee) y sus insoportables lloriqueos son el punto más bajo del film.

"The Incredible Hulk" tiene más guiños a la fanaticada comiquera que cualquier otra cinta de superhéroes, al extremo que hay que verla más de una vez para pescar todos los detalles. Aparecen Bill Bixby y Lou Ferrigno (quien ahora cede su voz a la criatura) y se deja escuchar una reactualización de The Lonely Man, todo a manera de homenaje a la popular serie televisiva de los setenta. El acostumbrado cameo de Stan "The Man" Lee es el más gracioso hasta la fecha y forma parte esencial de la trama. También salen (pensando en las secuelas) el carismático Tony Stark y los doctores Samuel Sterns y Leonard Samson, quienes se convertirán en The Leader y Doc Samson, respectivamente.

Esta película (junto con "Iron Man") es la prueba que Marvel va bien encaminada a redimirse de sus pasados errores. La compañía está repitiendo en el celuloide el éxito artístico y comercial que ya tiene ganado en el rubro de las historietas, a la par que va construyendo un universo cinematográfico de auspiciosas proporciones. Es de esperarse que las entregas por venir sigan la misma senda, para alegría de fanáticos y de quienes sólo buscan entretenimiento inteligente.


Jorge Luis Gutiérrez Torres

Monday, June 23, 2008

We are the champions… no time for losers


He descubierto las verdades, las he visto por TV… Y todo se debe a mi lindo Perú, donde ya sé lo que es ser campeón, pero no sé lo que es perder, porque la culpa siempre la tiene el otro.

Y vayamos por partes:

1. Yo le di alegría a veintiocho millones de peruanos… pero no juego los partidos

Como que no es necesario hablar de los seis balones que introdujo Uruguay en el arco peruano. Como que sobran palabras respecto de la mejor generación de futbolistas peruanos de los últimos cincuenta años o de su técnico ganador. Después de todo, la historia ya tiene reservadas páginas doradas para los saltos y despejes de Alberto Rodríguez, para la hombría de Neyra, para la constancia de Cevasco, para la genialidad táctica de Del Solar. Es ocioso hablar de algo tan bello, donde sobran palabras.

Sin embargo, creo que es necesario hablar de nuestros geniales y desinteresados dirigentes. Ellos, comandantes de los éxitos (cada vez mayores) que nos han rodeado últimamente, y delegantes (porque así lo exigen los tiempos corrientes) de las grandes responsabilidades en intrascendentes goleaditas de media docena.

Por ejemplo, basta recordar cuando los llamados “jotitas” clasificaron al Mundial de la categoría e hicieron una campaña decorosa. Todos fuimos testigos como el Presidente de nuestra gloriosa Federación Peruana de Fútbol asumió el éxito como propio, y bueno, tuvimos que agradecerle tal gestión. Claro, no podemos exigirle ahora que salga de la comodidad que le otorgan las sombras de los bajos de su cama para que venga a hablar de una tontería tal como un simple partido perdido, cuando además matemáticamente podemos clasificar. Exigirle su presencia es de derrotistas y poco hombres.

Mención aparte merece el señor de señores, aquel que, a pesar de sus ojitos sabios y frente amplia, responde al nombre de Juvenal. Es cierto, él fue el del éxito de Cienciano hace algunos años. ¿Qué? Se equivocan, no fue el gol de Lugo quien hizo gritar de alegría al Perú, sino que fue Juvenal quien le dio la alegría a veintiocho millones de personas. Y ya pues, Juvenal no jugó en el Centenario, no pudo ser él quien le causara tal vergüenza a esos mismos veintiocho millones de peruanos, todo fue culpa de los once de la franja (que ya parece el fabuloso Muni).

Por favor, hay que agradecerle a Mañuquito y a Juvenal los éxitos. No seamos tan miserables.

2. Capturé a los malditos… pero nunca pediré disculpas a esos indios

Cuando un cholo maneja bicicleta, tiene un mp4 y un celular con cámara, obviamente es un criminal peligroso. Lo sabemos todos y nadie tiene razones para quejarse, salvo los cholos, claro está. Y esa verdad casi absoluta la sabía el cada vez más respetable alcalde de Miraflores, Manuel Masías (¿alguien sabe cómo quedó el asunto de los albañiles mártires que fallecieron en aras del progreso?), quien evidentemente participó en la captura de tales avezados delincuentes.

Claro, luego se demostró que toda verdad es relativa y que estos cholos en realidad no eran delincuentes sino que eran deportistas. Bueno, cualquiera se equivoca, pero que no vengan con vainas, pues. No exageren, no es para tanto.

Y, aunque Míster Masías apareció echándose flores por la captura de estos aparentes avezados delincuentes que no lo eran, nadie puede exigirle a sus ojitos claros y a su sonrisa de marfil que pidan disculpas a cholos tan feos, ¿no? Después de todo, las investigaciones no han terminado, y quién sabe, tal vez resulte que estos chacchen coca, y un limeño de pura cepa no le puede pedir disculpas a cholos de dientes verdes y que malean la vista de Larcomar, ¿verdad? Además, los capturó la policía, que ellos pidan las disculpas… ¡No jodan!

3. En Santa Anita yo fui el héroe… en Moquegua la cagó Jordán

Impecable, Santa Anita. Todos somos héroes, todos felices, todos contentos. El Ministro del Interior (“LAC” para los amigos, “LAC… agaste”, para los demás) fue el cerebro de la operación, el Aníbal de Ate, el Julio César en las Galias mercaderiles, el ya no ya, el non plus ultra, el rico del barrio, el gordito simpaticón. Todos lo aplaudimos, todos nos alucinamos por tal muestra de eficiencia policial y dijimos “¡carajo!”.

Y bueno, lo de Moquegua es una anécdota. LAC no tuvo nada que ver, él es sólo el mando político, no tiene ninguna injerencia en las operaciones. Seamos honestos, el general Jordán fue el incompetente. ¿Cómo se le ocurre pedir perdón a varios miles de manifestantes que lo amenazaron con matarlo? Eso es de cobardes. ¿Acaso LAC le ha pedido perdón al Perú por mentir en el Congreso y por aferrarse al cargo de una manera tan vigorosa? ¡No, general! ¡Usted debió mirar desafiante a la turba y escupirle al rostro! Si lo mataban, usted habría sido héroe nacional junto con sus hombres, y los huérfanos y viudas de sus pobres policías se habrían muerto de hambre, sí. Pero orgullosos sí que iban a estar. ¡Cobarde, mil veces cobarde!

Ahora, el jefe Gorgory y LAC han mostrado sus razones por las cuales Jordán debe ser separado del cargo. Debería ser degradado y sus galones triturados, porque no es posible que un general (que es tan tonto de atreverse en el campo de batalla, donde las papas queman) se preocupe de la vida propia y de sus inermes subordinados.

Y, ¿LAC? Bueno, dicen que cuando deje de temblar y chuparse el dedo pulgar será condecorado por el Congreso y por el Presidente con la Orden de la Gran Constitución de 1993. Bien merecido.

4. Yo derroté al terrorismo y sabía todo lo que sucedía en el país... ¿Colina?, ¿qué es eso?

Y, por último, el gran líder, el chinito más lindo, aquel de la lengua traviesa, el que tiene por mascota un fétido mapache y una par de viejas cotorras, el suegro del perro Puñete, el gran héroe del Cenepa, pero sobre todo el héroe que derrotó al terrorismo y a la hiperinflación.

Y sí, Kenya es un genio, lo sabía todo, todo estaba fríamente calculado. Se leía todos los informes de inteligencia, programaba todas las acciones de las fuerzas armadas, no se le iba una… Bueno, sí, un par, una llamada “El Doc” y otra llamada Colina. Vamos, ¿alguien cree realmente que el chinito lindo sabía de las cosas que estos delincuentes hacían? ¡Por favor! Y bueno, si sabía, lo que se hizo fue un sacrificio necesario por un bien mayor. Después de todo, los cholos no pueden tener mp4 o celulares caminando por Larcomar, mejor que estén en una fosa común.

¡Suelten a Kenya! Él sabía todo lo bueno, pero nada de lo malo. Era tan inteligente para la estrategia militar, pero tan idiota para dejarse engañar por algunas personas. Es la dualidad humana. Separemos las cosas, el éxito del Perú es gracias al chinito, pero las violaciones de derechos humanos, la cleptocracia y el hijodeputismo es obra de Montachinos y su mafia.

Qué lindo es el Perú…


Jorge Ágreda Aliaga

Monday, June 16, 2008

Qué bonito es el tenis

Federer y Nadal: eternos rivales.


Esta temporada, mi tenista favorito -Roger Federer- ha estado jugando a media caña, sin convicción, sin esa contundencia de años anteriores. Para empezar, perdió el Abierto de Australia que cayó en manos de Djokovic y (por enésima vez) la final de Roland Garros ante Rafael Nadal. Esto último sí resultó humillante: el chaval lo llegó a blanquear en el tercer set por 6-0. Algo inconcebible para un número uno. Y más todavía para un número uno con los pergaminos del suizo. Ante esto muchos nos hemos preguntado qué diablos está pasando con Roger. ¿Ya fue? ¿Está viejo? ¿Arrastra alguna lesión? ¿Perdió las ganas de seguir jugando y ganando? No sé... Yo creo que todo jugador sale al campo con las intenciones de ganar. Es lo lógico. Y Roger gana (o ganaba) siempre. Todo lo que jugaba. Claro, hasta que apareció en escena el Rafa. Este muchachito insolente que se atrevió a faltarle el respeto al number one. El niño esteroide ganó su primer Roland Garros en 2005 con diecinueve añitos y dos días. Musculoso. Zurdo. Aguerrido. Siempre rascándose el culo antes de cada saque. Privó al suizo de la final del único Grand Slam que le ha sido esquivo hasta ahora. Y con esto se fue ganando a pulso mi odio más visceral. No lo pasaba ni con vino. Ni con Pisco Sour. Ni con gaseosa. Con nada. Odiaba al chavalillo insolente, y lo odiaba más cada vez que le ganaba a Federer. En esos encuentros me cuadraba frente al televisor y cruzaba los dedos para que alguna lesión repentina lo sacara del partido y del tenis, si fuera posible. Obviamente, mis deseos nunca se cumplieron.

Han pasado varios años y el chavalillo se ha hecho hombre, sigue rascándose donde no debe y –sobre todo- sigue ganando. Sobre tierra batida es invencible. Frente a Federer lo es más. Pero algo cambió. Tengo que confesar que en todo este tiempo he dejado de odiarlo poco a poco. Ya no puedo. El tenis no me lo permite. Es más, hasta he comenzado a apreciarlo, a agarrarle cariño. Sí, debo estar loco... Ahora con el que estoy molesto es con Roger. No puedo concebir que un hombre con su inmenso talento no pueda ganarlo todo. Siempre. Me encandilé con el suizo y me volví su hincha por eso: porque jugaba como nadie lo hacía. Por lo mismo que me gustaban Maradona y Zidane. Es inevitable. A todos nos gustan los talentosos, los que hacen fácil lo difícil, los que tienen esa “magia”. Es claro que Rafa no tiene ni la finura ni el talento de Roger, pero sí la fuerza física y mental para sacar adelante un partido. Tal vez por esto no me caía bien al principio. Nunca me gustó que la fuerza física, o mental, o la “garra” -como quieran llamarlo-, opacara al talento. Es como preferir al “Puma” Carranza antes que a Montaño (aunque hay algunos desequilibrados que tal vez preferirían al “Puma”). Pero, para ser justos, el español es mucho más que un jugador en excelente estado físico. Juega muy bien al tenis y tiene una fortaleza mental a prueba de balas. Ese creer en algo, jugarse la vida en ello y conseguirlo es lo que ha generado mi admiración por él. Nada es imposible y nunca hay que rendirse. Cuando lo veo correr de extremo a extremo de la cancha, salvar una bola que parecía perdida, caerse y levantarse sobre el pucho para contestar una pelota, no puedo evitar emocionarme. Es la actitud que tiene el Rafa lo que lo hace un campeón. Porque en el tenis, como en la vida diaria, tienes que tener esa mentalidad ganadora, a prueba de todo, para conseguir tus metas. Lucharla hasta lo último. Hasta cuando parece que ya todo está perdido y te sientes hasta las huevas. Como en la final del pasado domingo en el torneo de Queen´s ante Djokovic. En medio del partido, después de un resbalón, Rafa literalmente voló -cual Superman- para contestar una bola que terminó botando fuera, y se ganó el aplauso de todos los presentes (incluido el rival). Era una bola perdida, pero para él no. Con severas ampollas reventadas en los dedos de su mano izquierda siguió jugando y ganó. Es actitud, nada más.

Con esta última victoria Nadal demostró que también puede ganar en hierba. Algo que no había hecho hasta ahora. ¿Qué se viene? No lo sé… Sólo puedo decir que este número dos juega hace rato como número uno, y ya merece serlo.


Oscar Aybar

Karaoke

Teatro Mocha Graña, 17 de mayo de 2008

El número escrito en la parte superior del programa corresponde a la ubicación por orden de llegada. Fui el 58, aunque me senté bastantes sitios más atrás y con empellones de por medio.


Si el entretenimiento ligero, sin mayor pretensión que la de provocar una carcajada o una risa media sostenida, es una virtud en sí misma, Karaoke (dramaturgia de Gilberto Nué) lo cumple con soltura en dos de los cuatro actos que presenta. No todo tiene que ser trascendental o aterrador, muchas veces nos contentamos también con actuaciones a secas. Y ellas, más allá del texto simplón que les ha tocado interpretar, pagan la entrada (que, en este caso, fue con pase de sombrero).

Cada actor representa su historia al estilo de un stand-up comedy. Disfruté la primera. Más universal, creo que es la que mejor va a tolerar el tiempo. A riesgo del lugar común, su tema es la soledad de aquel a quien han dejado solo. Julián Estrada interpreta convincentemente a Rufo Perrota (el nombre no pudo ser más horrible), e improvisa con mucha habilidad. Un joven ya no vive con los padres tras la extraña muerte del perro de la familia y verdadero centro de los afectos. El joven evoca a la mascota y se confunde con ella en medio de la complicidad del público (de allí viene, supongo, la idea del nombre del personaje).

La tercera historia resultó también graciosa. Manuel Gold es Augusto Yépez, un mago bastante incompetente, pero simpático, que ensaya fracasados juegos de prestidigitación con cartas, en los que también, cual ventrílocuo, da voces a un imaginario auditorio que lo aclama y condena. Emilram Cossío es desaprovechado en el segundo acto. Espaciolo Núñez es un extraterreste (de allí la originalidad del nombre) obligado a ser un vendedor todo terreno sin la mínima fortuna. El texto es pobre y demasiado próximo al estilo de los cómicos ambulantes.

Vera Castaño como Rebeca Gonzáles: el último monólogo es absolutamente innecesario. Sin ningún sentido, es cansado hasta el extremo de mirar en más de una oportunidad el celular para ver la hora, sentir lo incómodo de las sillas de plástico, lo maltratado del teatro, el trabajo pendiente, el regreso a lo cotidiano. Supuestamente tuvo el propósito de hilvanar los tres actos anteriores en un punto común (la llamada por teléfono a los tres personajes anteriores en busca de una cita), pero lo cierto es que es una descortesía para el espectador que tiene por principio no levantarse hasta que la función haya terminado.

La coreografía de los actores para el tránsito de uno a otro acto, sin desconocer la válida opción del director que gusta de Cerati, me pareció muy larga. La obra inicia y acaba con un vídeo también prolongado. Aquí debo admitir que soy una persona antigua e intolerante; no tengo sensibilidad para apreciar estos entreveros.

La dirección estuvo a cargo de Diego López. Esperamos su próxima entrega.


Abraham García Chávarri

Friday, June 13, 2008

Megadeth en Lima: Sinfonía de destrucción

Miércoles 11 de junio de 2008, explanada del estadio Monumental

Foto por Droogie

Eran las dos y media de la tarde y al menos cincuenta individuos ya hacían cola, la mayoría enfundados en sus polos de Megadeth, pero también de otras bandas del género (menos de Metallica). Luego de pedir a los que me antecedían que guardaran mi sitio, a lo cual accedieron gentilmente, me fui a almorzar. Volví pasadas las cuatro y los de la fila ya eran varios centenares. Algunos combatían el frío con ron, otros con tronchos, mientras varios más mataban el hambre con chatarra que los recién llegados iban trayendo. Ya posicionado, pude ver más camisetas negras que seguían subiendo desde el óvalo, alimentando mis esperanzas de ver colmado el recinto.

A las seis nos dejaron entrar a la explanada y me dispuse a coger la mejor ubicación en mi zona, "Rust In Peace", a treinta metros del escenario. Éste estaba decorado de forma bastante sencilla, con un telón de fondo con el logo del grupo, flanqueado por dos pantallas gigantes, más los amplificadores y las luces de rigor. La excelente música de fondo hizo menos tediosa esta nueva espera. Se dejó ver Fiorella Rodríguez, cada vez más flaca (parecía la versión femenina de Vic Rattlehead), también Koki Belaunde (¿?), entre otros representantes de la fauna de Chollywood. Mientras tanto, nosotros dábamos de alaridos y hacíamos la seña de los cuernos que popularizara Ronnie James Dio a las cámaras de los programas de espectáculos.

A las ocho, ya era evidente que no se alcanzaría el lleno total, lo cual me entristeció un poco. Sin embargo, el entusiasmo de los presentes hacía augurar que sería una noche de aquellas. Por las pantallas gigantes se confirmó para el 5 de agosto la llegada del prestidigitador del hacha Joe Satriani (¡imperdible!) y también publicitaron el show teatral de Chespirito (duramente pifiado). Iron Maiden asaltó nuestros oídos y comenzamos a corear sus canciones, preparando las gargantas para lo que se nos venía. Sin que terminase Run To The Hills, y un minuto antes de la hora señalada, Megadeth salió a escena.

Apenas vi a Mustaine y compañía, pensé que me arrepentiría hasta el fin de mis días por no haber llevado cámara, pero pronto caí en cuenta que desde mi posición nunca hubiera podido obtener alguna imagen o filmación decente (el pogo en mi zona fue tan brutal que casi derribamos la valla de contención, lo que obligó a los de seguridad a reforzarla con grandes barras de metal). A cambio, el no tener nada o nadie a quien proteger me hizo disfrutar al máximo del espectáculo.

El cuarteto arrancó con Sleepwalker y el frenesí se apoderó de nosotros. Take No Prisoners, In My Darkest Hour, Hangar 18 y demás clásicos fueron coreados hasta la afonía, no así los temas del último álbum, recibidos con relativa tibieza por la audiencia. Justo antes de empezar À Tout Le Monde, el gran Dave colgó en el soporte de su micrófono una bandera peruana que habían arrojado al escenario y allí flameó durante el resto de la función. En Symphony Of Destruction todos fuimos uno y el grito "Megadeth, Megadeth, Perú es Megadeth" acompañó a Mustaine cada vez que hacía el legendario riff. Luego vino Trust, con sus infaltables estrofas en nuestro idioma (nunca me sentí tan identificado con aquello de "Me duele todo el cuerpo") y siguieron las impactantes She-Wolf y Peace Sells, dejando para el cierre la delirante Holy Wars... The Punishment Due. Me sorprendió que no tocaran Mechanix (en Chile y Argentina sí lo hicieron) y me quedé con las ganas de escuchar Foreclosure Of A Dream (mi favorita del conjunto). Incluso así, me pareció un set list demoledor.

El desempeño de Dave Mustaine merece un párrafo aparte, pues no todos los días toca en nuestro país una leyenda como él. Su capacidad con las seis cuerdas sigue intacta y muchos emulamos sus fenomenales solos desde nuestras air guitars; es un alivio ver que aquella lesión a los nervios de su brazo izquierdo (que amenazó con retirarlo prematuramente de los escenarios) quedó sólo como un mal recuerdo. El colorado, que normalmente es bastante frío y tímido, estuvo feliz con la respuesta del público, se dejó adorar sin remordimientos y (pese a lo horrible de su castellano) se mandó con varias frases que nos encandilaron, nos agradeció el cariño que le profesamos y prometió volver muy pronto.

Respecto al trío que acompañó a Megadave, Chris Broderick demostró que era cierto todo lo bueno que se decía de él y por momentos nos hizo olvidar al genial Marty Friedman. James LoMenzo la rompió en el bajo (sobre todo en Peace Sells) e hizo sentir su presencia escénica, dirigiéndose constantemente al público con una gran sonrisa (la mayoría ni se acordó que "JLo" fue miembro de White Lion, una banda de glam metal). Carismático, el gringo. Quien no me terminó de convencer fue Shawn Drover, quien en shorts y con su polo de la selección peruana parecía recién llegado de una pichanga. A la percusión le faltó poder y virtuosismo, pienso que Mustaine puede conseguir un mejor baterista para su banda.

El comportamiento del público fue normal, para lo que se puede esperar en un concierto de estas características. El pogo, si bien rudo, nunca fue malintencionado y no hubo lesionados de consideración. Tampoco faltaron quienes abandonaron su zona en pos de acercarse más al conjunto, pero los gorilas de seguridad los hacían volver o los botaban del local a empellones. La nota negra de la velada la protagonizó un infeliz que se subió al escenario, pero uno de los roadies lo neutralizó rápidamente, mientras Mustaine se quería comer con los ojos a los encargados de protegerlo por la demora en su reacción y por no haber previsto esa contingencia.

Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que este ha sido, de lejos, el mejor concierto de metal realizado en el Perú. Aunque duró sólo noventa minutos y hubo algunos problemas con el sonido (sobre todo al principio), fue un espectáculo muy intenso y nos dejó molidos y extenuados, pero dichosos. Fue todo un privilegio haber asistido, lo guardaré permanentemente en mi memoria.


Set List:

Sleepwalker
Wake Up Dead
Take No Prisoners
Skin O' My Teeth
Washington Is Next!
Kick The Chair
In My Darkest Hour
Hangar 18
Gears Of War
À Tout Le Monde
Tornado Of Souls
Ashes In Your Mouth
Burnt Ice
Symphony Of Destruction
Sweating Bullets
Trust
She-Wolf
Peace Sells
Holy Wars... The Punishment Due


Jorge Luis Gutiérrez Torres

Thursday, June 05, 2008

El humano cuyo nombre sea escrito aquí, morirá

Ryuk es un shinigami (la personificación de la muerte, según la mitología nipona) cuya única ocupación, y la de sus congéneres, es matar humanos para prolongar su propia existencia. Para tal fin, debe escribir los nombres de sus víctimas en un cuaderno especial, con un sinnúmero de reglas, que todo shinigami posee. Un día, harto de eones de rutina, Ryuk decide arrojar su cuaderno al mundo humano en búsqueda de entretenimiento.

Dicho objeto es encontrado por Yagami Raito, uno de los mejores estudiantes de todo Japón. A pesar de ser también un destacado deportista, muy popular (sobre todo con las chicas) y miembro de una familia nada disfuncional, Raito es víctima, al igual que Ryuk, de un aburrimiento monumental. Tras probar el cuaderno un par de veces y convencerse de que realmente funciona, el joven inicia una anónima cruzada contra el crimen y al cabo de pocas semanas adquiere gran notoriedad en todo el orbe, tras el deceso masivo de delincuentes.

Ante estos acontecimientos, el mundo se polariza. Los adolescentes y no pocos adultos aprueban la labor de Raito, lo idolatran, crean páginas web en su honor y lo bautizan "Kira" (anglicismo japonés de killer), mientras que las fuerzas del orden toman la firme determinación de atraparlo. Al no encontrar una explicación racional a las muertes, la policía decide contactar a "L", el detective de fama internacional (pero cuya identidad es un misterio) que se dedica a resolver sólo los casos más difíciles a nivel mundial. Dotados de la misma y brillante capacidad deductiva y de raciocinio, Kira y L se enfrascan en un duelo intelectual de proporciones épicas para desenmascararse mutuamente, mientras que ambos reclaman para sí el título de ser la justicia.

Así comienza "Death Note" (2006), el último gran anime que he visto (gracias por recomendármelo, Daniela) y todo un fenómeno en su género. Elevado a los altares por la fanaticada otaku, es tal su éxito que en Japón ya se han estrenado dos adaptaciones cinematográficas (hay una tercera en preparación) y su merchandising inunda todas las tiendas de Oriente, siendo las réplicas de los cuadernos de los shinigami su producto más vendido.

Basada en el manga homónimo creado por Obata Takeshi y Oba Tsugumi, "Death Note" se divide en treinta y siete episodios de veinte minutos cada uno. La serie atrapa de inmediato al espectador gracias a su argumento profundamente imaginativo, impresionante ritmo narrativo y el perfecto delineado de sus protagonistas (hasta los personajes secundarios tienen su momento de gloria). Es impecable también desde el punto de vista técnico, pues todos sus componentes están diseñados de forma memorable. Además, la animación es fluida en extremo y presenta unos planos tan originales que podrían sonrojar de envidia a muchos directores de cine. La suma de todos estos factores lo hacen, a mi entender, el mejor anime de la década. Imprescindible.

Recomiendo que vean "Death Note", les garantizo que les gustará (incluso a los que no están familiarizados con el género). Dicen que el manga es incluso más grandioso, espero conseguirlo muy pronto.


Jorge Luis Gutiérrez Torres

Thursday, May 29, 2008

Guau, guau


Ésta ha sido, sin duda alguna, una semana canina, tanto desde el punto de vista público como desde mi punto de vista personal.

He decidido comprarme un perro. Será un ovejero inglés, y llevará como nombre Ralph (me gusta el nombre). Ya está separado y lo recogeré el día domingo. Felizmente, no es muy caro (es bastante barato, inclusive), y estoy contento, porque desde hace mucho tiempo deseo tener un perro, y mis sobrinos también lo esperan ansiosamente.

Me encantan los perros, siempre los he considerado animales preciosos y una excelente compañía. Por ello, fue chocante escuchar la noticia del canicidio perpetrado por el Congresista Miró Ruíz contra un bello schnauzer de nombre “Matías”. Y, sin embargo, a pesar de mi cariño por estos animales, consideraba que éste no era más que un tema anecdótico, propio de nuestro folklore, y que debería quedar en las páginas interiores de los diarios. Me equivoqué.

Durante los días siguientes, la cara de un schnauzer o la cara de Miro Ruíz aparecían en las portadas de los diarios de mayor circulación de nuestro país, relatando los nuevos hechos descubiertos sobre la tragedia del pobre can, los balazos recibidos y las excusas del legislador (fue en venganza por la muerte de un pato, dijo).

Sorprendía además que la referida noticia se diera y se discutiera en circunstancias en las cuales nuestro ministro favorito, Luis Alva Castro, volvía a mentir en el Congreso, o cuando se encontraban fosas comunes con cuerpos de niños y mujeres en Putis.

¿Por qué la noticia de la muerte de un animal es el tema de la semana? ¿Por qué la gente hace protestas por la muerte del buen Matías? ¿Por qué en el congreso se forman comisiones investigadoras? ¿Por qué no se censura a Alva Castro? ¿Por qué no se protesta por los muertos de Putis? ¿Por qué los periodistas son tan incapaces?

No me queda duda, Miró Ruíz es un pobre idiota, y, aunque no se puede culpar al burro por tener el cuello largo y la inteligencia corta, habrá que sancionarlo, aunque lamentablemente su estupidez haya servido para aquellos interesados que prefieren el silencio respecto de los temas realmente importantes.

Ciertamente, todo este circo llama a la suspicacia, y si a esto le sumamos el disparate de que se organice las Olimpiadas en una de nuestras ciudades en el 2020, las sospechas cobran cada vez más fuerza.

Pobre Matías. Pobre Miró. Pobre Perú.


Jorge Ágreda Aliaga

Wednesday, May 28, 2008

I me mine…


Afortunadamente -o por desgracia- siempre he sido lento para entender, siempre me he tomado todo el tiempo del mundo (como si lo tuviese) para pensar las cosas que pasan y aprender de cada una de ellas. Probablemente, en mi ignorancia sea un budista insipiente o sencillamente me guste vivir a modo pausado. Hasta donde recuerdo, todo el tiempo he disfrutado cada paso, color, sabor, sensación e incluso aroma y temperatura que he podido alcanzar con mis sentidos. Puede que por eso mi aprendizaje y memoria sean lentos, porque tiendo a acumular la mayor cantidad de información posible de un instante o momento, como si fuera una especie de satélite que recoge los datos de cada sistema por el que navega en el espacio.

Lo anterior no es más que una descripción de mi sentido de la vida, puede que no sea maduro, puede que no sea pulcro o culto en su contenido –según los estándares de calidad comúnmente aceptados-, sin embargo, me enorgullezco de su sencillez por una sola razón: Siempre he podido aceptar las cosas, los hechos y a las personas tal cual son en su plena forma de existencia, sin la necesidad de esperar algo definido de ellos o por tener algún interés especial. Simplemente quiero porque quiero.

Esto, aplicado a las relaciones humanas, creo que me ha permitido aceptar a mis amigos, familia e incluso “enemigos” en su verdadera dimensión, tal cual son, apreciándoles y sobre todo respetándoles por lo que fueron, por lo que son o por lo que quieren ser. De eso se trata todo en la vida, de un interminable cruce y entrecruce, cada cual con su propio conductor y sobre todo cronista, que percibe los hechos e información que acontecen en su vida de manera única y distinta, pero que tiende a contarlas a su modo y beneficio, recordando u omitiendo lo exacto que se ajuste al interés personal.

Si pudiera definirme con una sola palabra, esta sería: observador. Pues eso hago y he hecho siempre, añadido a eso. También, como humano que soy, estoy expuesto a mi necesidad de comunicación, de expresión; cada vez o cada cuanto que lo hago puedo sostener lo dicho ante quien lo dije e incluso ante quien no estuvo cuando lo dije, más aun si se trata de esa persona, así mismo aceptar que me equivoco y aprender algo nuevo de quien me pueda enseñar. Reconozco ser, dentro de mis expectativas, muy imperfecto aún y estar muy lejos de lo que realmente aspiro a llegar a ser como ser humano, pero me alegra mucho no haberme desconectado de mí mismo, seguir adelante sin envidias o rencores, sin olvidar a quienes me tendieron la mano y sobre todo recogiendo experiencias.

No somos nada más que seres en un constante devenir sin control real de la propia vida. Manejamos solo algunas situaciones de nuestra existencia, pero consideramos ello como el éxito en sí mismo y como prueba de la realización personal. No obstante, en realidad, no dejamos de ser algo ínfimo ante lo inconmensurable del universo, frente a lo cual lo único valioso que tenemos son nuestros recuerdos, nuestras sensaciones y sobre todo nuestros afectos. Como dijo mi abuela antes de morir: “Hijos, de nada les va a servir acumular el dinero, conocer gente famosa que cuando sean viejos nadie sabrá quienes son, ni buscar la fama o aparecer en libros y periódicos que nadie leerá o que con el tiempo serán reemplazados por otros. Cuando estén por morir, como yo, se darán cuenta de que nada de eso se van a llevar y lo único que tendrán en su lecho con ustedes serán sus recuerdos, recuerdos de las comidas que probaron, los lugares que vieron, las cosas que sintieron, los afectos que recibieron, pero, sobre todo y más importante, el cariño y respeto que dieron a los demás”.

Probablemente nadie encuentre sentido a lo que escribo hoy, incluso uno que otro por ahí encontrará más de una forma de obtener risas con ello. Sin embargo, solo trato de acusar el hecho de que muchas veces encubrimos una inmensa soberbia dentro de una falsa modestia. ¿Señores, qué se le hace? No se puede culpar al cerdo por tener el cuello corto, solo apreciarlo porque, al menos, servirá para hacer chicharrón (algo bueno siempre se aprende y se saca de todo… quizá hasta de este texto también).


Ricardo Castellanos Habich

Saturday, May 24, 2008

Cambios


El tiempo transcurre y nos hace sus víctimas, no hay escape posible, y ello se manifiesta en lo que fuimos, en lo que somos y en lo que nos convertiremos, a veces para bien, a veces para mal. “¡Has cambiado!” me dicen algunos, y sí, es cierto, felizmente lo he hecho. No puedo pretender seguir siendo aquel jovencito de diecisiete años que creía saberlo todo, cuando han pasado diez años y me he ha dado cuenta de que en realidad sé muy poco.

No puedo seguir viviendo esperando ansiosamente la noche (cualquier noche) o el fin de semana para ir a buscar a cualquiera que esté disponible para alcoholizarse y hablar de las mismas tonterías de siempre, tener como único motivo de orgullo la cantidad de cervezas que la cabeza pueda aguantar y hacer que eso sea el motivo de la existencia. Ahora, salgo de la oficina, cansado, preocupado en cómo pagar las cuentas, en cómo poder mejorar mi nivel de vida, en cómo ser un mejor profesional, pensando la manera de afrontar el día siguiente de trabajo, pero al mismo tiempo con ganas de ver a mis seres queridos y dedicarles un poco de tiempo. ¿Cómo puedo seguir siendo el mismo si mis motivos, mi vida y mis intereses han cambiado?

El tiempo pasa y las amistades, como todo en la vida, nacen y mueren. En los últimos tiempos he perdido “amigos”, porque simplemente nuestros intereses divergieron, porque simple y llanamente nuestros mundos dejaron de ser compatibles y porque hay circunstancias adicionales que así lo han determinado, como la pérdida del respeto. Lamentablemente, los escenarios no fueron los más amables, tal vez por mi culpa, lo reconozco, pero no sólo por ella. Ciertamente, a veces suelo ser una persona agresiva y que en las discusiones no sólo trato de destruir los argumentos del adversario, sino también al adversario mismo. Es una falla de mi carácter, que espero algún día poder solucionar.

Pero no hay mentira al decir que los errores también han venido de la otra parte, por debilidades, mezquindades, pérdida de contacto con la realidad, comentarios malintencionados a mis espaldas, entre otros. Claro, sorprende que las personas más hipócritas sean tan cínicas de hablar de hipocresías, que el victimario se ponga en plan de víctima, pero ya nada sorprende dadas las circunstancias actuales.

Y, sin embargo, a pesar de las amistades que mueren, también hay de las que nacen y otras que permanecen incólumes a pesar del tiempo. Amistad como la que tengo con Abraham, el mejor de mis amigos, aquel cómplice en aventuras desde hace diez años, y que sin duda es la persona de mi generación a la que más respeto y admiro. Pero además puedo hablar de aquellas que nacen poco a poco y se hacen entrañables, como las que ahora guardo con Marco, con Eric, con Hugo, con Óscar y con Aníbal, o aquellas que se renuevan a pesar de las dificultades, como la que mantengo con Jorge Luis o como la que espero renovar en algún momento con Hernán. Y ello sin contar de las amistades que mantengo con otras grandes personas, mayores que yo, maestros míos, y que han hecho tanto por mí.

Ahora, no creo que los diez años de amistad supongan una fecha de caducidad, creo más bien que este lapso (tal vez demasiado largo) ha permitido conocernos mejor, mostrar nuestras verdaderas caras (aunque algunos tengan más de una), nos ha mostrado quiénes somos realmente, saber lo que queremos y hacia dónde vamos. Y, después de eso, ahora ya podemos estar seguros de que han sobrevivido sólo las amistades verdaderamente forjadas, sin envidias, sin rencores. No se trata pues de mantener una amistad por lo mucho que haya durado ésta, por lástima o por temor de hacerle daño a alguien, se trata simplemente de tener al lado a personas en las que uno pueda confiar y que a su vez puedan contar con uno, porque todo es parte de nuestro cambio constante, de nuestro crecimiento.

Y para terminar, a las amistades muertas: Que descansen en paz, tal vez este texto sirva como un buen epitafio. A las amistades de siempre y a las recientes: Simplemente, un abrazo.


Jorge Ágreda Aliaga

Friday, May 23, 2008

No quiero quemarme

No puedo creer, doctor, que se quede dormido en las audiencias. ¿Me estás hablando en serio? Te lo juro, mi hermano. Incluso a veces se recuesta con el gordo, y los dos roncan. Imagínate, profesor universitario y todo. Bueno, doctor, esto último hoy en día tampoco es garantía. Basta una pequeña ayudita y cualquiera dicta un curso hasta en las más prestigiosas y renombradas universidades de Lima. En mis tiempos no era así. Las canas son importantes, como las que usted y yo nos manejamos.

Es increíble. No cabe duda que el arbitraje se ha desprestigiado mucho. Es como todo en la vida, hay árbitros, y HAY ÁRBITROS. Hoy casi todo es influencia y otras cosas. Parece que lo importante es cobrar los honorarios, y luego no trabajan, no revisan lo que firman, no están incluso preparados en las audiencias, recién revisan el expediente con detenimiento antes de laudar. Ah, y lo peor de todo, es que se dilatan los procesos como si uno estuviera ante el Poder Judicial. Es que los honorarios de los árbitros responden a un interés superior. Usted debe entender eso, señor. Por eso, si no se paga, el arbitraje no avanza. Así tiene que ser. Me parece una buena regla. No hay derecho, caracho, que se trabaje sin cobrar. Luego nos cae la OIT.

Al menos hay nivel en los árbitros, mi hermano. También discutible, doctor. A veces uno recibe decisiones que nos hacen reflexionar si no son –quizás- necesarias unas cortas pero intensivas clases de algún curso determinado.

Oye, mi estimado, y qué respuesta te da cuando lo llamas y le preguntas por el error que se ha cometido, o la arbitraria decisión que se ha tomado; al fin y al cabo, más allá de la sabrosa imparcialidad, ¿es árbitro de parte no? “No quiero quemarme”. Ay, viejo, los honorarios no se negocian, se toman o se dejan.


Hernán Jordán

Contraindicaciones


El querido Octavio Paz dice, en La llama doble, que el amor cuestiona y suspende el tiempo; lo contrasta con su propia fugacidad. Pero el amor, hecho de tiempo al fin, no escapa del fracaso ni del deterioro, sino que muere o bien se transforma en algún otro sentimiento (menos fuerte, mas no por eso menos duradero). El tiempo lo destruye todo. Aplicada al amor, no es menos cierta la última frase que se lee en la película Irreversible.

La amistad no tiene esas dificultades. Es como la viejecita del ejemplo de Habermas para la tradición: cuanto más encorvada esté, tanto más fuerte. El tiempo no lesiona la amistad, y nosotros, los Evaídos, queríamos cobrar esa victoria.

En marzo de este año se cumplieron diez años de haber ingresado a la Universidad Católica, y diez años también, lo creíamos, de saludable y fuerte amistad. Por eso algunos estábamos entusiasmados con la idea de celebrar la fecha. Reunidos en mi casa, recordaríamos los inicios, las primeras bromas, los proyectos estancados o por retomar. Lamentablemente me enfermé por aquella época y tuve que postergar el día. Luego llegó abril, no mis ganas.

Si bien con altibajos, cuánto daño le hizo después esto de festejarla. A partir de allí he visto con tristeza como ha surgido entre algunos de mis amigos un conjunto de conflictos que, para ellos, la han desmoronado aparatosamente. Ahora pienso que tal vez no era un aniversario, sino una fecha de caducidad que, con ingenuidad, activamos. ¿Podrán recomponerse los afectos? Desearía decir que sí, si no conociera a mis amigos.

La amistad se impone al tiempo, pero nada la malogra más que el inocente deseo de detenerse en su aniversario. Pase, usted, mejor de largo.


Abraham García Chávarri

Thursday, May 15, 2008

K, la familia y los 4 fantásticos


¿De qué vale la pena escribir en esta primera ocasión que me animo a hacerlo?

Definitivamente, no pretendo escribir sobre algún tema rebuscado o que pueda cambiar la percepción de la gente hacia uno, como es evidentemente el objetivo empecinado de algunas personas, que apreciamos lo intentan -una y otra vez- en las columnas que encontramos en los periódicos, o en los mismos textos que se cuelgan en los innumerables blogs que existen. El afán de sentirse culto.

Me imagino a alguno por allí, sentándose a escribir frente a su monitor, y diciéndose a sí mismo que lo que va a iniciar a escribir debe de ser el texto que lo identifique en adelante. La palabra exacta en la ubicación precisa, con el significado confuso que obligue al lector a acudir al diccionario. No sé si yo podría hacer eso. Primero, no puedo (no he leído tanto), y, segundo, no me provoca.

Sin tanto tiempo por el trabajo, se me ocurrió tan sólo escribir en breves minutos lo que siento o pienso sobre algún tema en particular, en palabras sencillas y directas. ¿Escribo sobre política? ¿Escribo sobre fútbol? ¿Escribo sobre cine? ¿Escribo sobre Derecho? Estas son finalmente las pasiones que comparto con muchos de mis amigos más cercanos, y que leen y dan sus opiniones en este blog. Confieso que no sé de qué diablos escribir. Leí hace poco un buen artículo de un amigo sobre una reciente película que todavía está en la cartelera limeña, Ironman. Dicho texto no solo me gustó, sino que me ha animando a escribir estas líneas.

Ya lo sé. Quiero compartir tan sólo tres cosas con quienes lean lo que tengo que decir. Las tres cosas más importantes para mí.

En primer lugar, mi esposa K, a quien amo con toda mi alma. Es muy difícil encontrar a la persona con la cual uno pueda decidir compartir toda una vida. A mí me tocó. Yo al menos creo en el matrimonio, y estoy convencido que una clara muestra de ese pleno compartir es unirse legalmente a alguien. Por eso K me hace darme cuenta que sí es posible enamorarse para siempre. Despertar cada día a su lado me llena de felicidad y es lo que me da las fuerzas para seguir adelante. Comparto que teníamos un sinnúmero de proyectos al momento de casarnos, los cuales no hemos dejado de lado, pero hoy hemos tenido que posponer muchos de ellos por diversas circunstancias. A veces uno piensa que las cosas saldrán de tal manera, y termina estrellándose con la cruda realidad. Igual uno se levanta, y qué mejor si uno tiene a esa compañera al costado, en la cual uno se apoya y siente a su vez su amor incondicional. Cómo no creer en el amor, cuando uno realmente lo encuentra en la vida. Si puedo definir a K, sería eso, completo amor; y lo más fantástico que me ha pasado, conocerla y unirme a ella.

Por otro lado, quiero referirme, en segundo lugar, al amor que tengo por mi familia. Mis papás y mi hermana. Hoy lamentablemente los veo poco, o mejor dicho, no con la frecuencia que me gustaría. A veces un día durante la semana puedo escaparme para almorzar, o paso un sábado o un domingo con ellos. Hasta hace poco más de un año los veía todos los días. El matrimonio y el trabajo cada día más intenso que tengo -y también por dejadez mía, lo acepto-, me han alejado en cierta medida. Los extraño. No sólo sus consejos y cariño, por supuesto; sino también, hasta cierto punto, cosas que pueden parecer triviales. Extraño a mi mamá sentándose conmigo a conversar mientras me servía mi comida, el clásico bistec con papás fritas y arroz. Extraño “agarrar” El Padrino con mi papá en la tele y verla enterita sin importar la hora en que termine. Extraño las locuras de mi hermana. El estar lejos de ellos me ha hecho ver, aún más, lo importante que son en mi vida y cuanto los quiero.

Finalmente, no puedo dejar pasar la oportunidad para referirme a tres maravillosos amigos muy especiales para mí. E, M y G. Conmigo, los cuatro fantásticos; aunque es probable que dentro de unos meses uno de ellos nos deje por un tiempo, y pasemos a ser quizás momentáneamente los tres mosqueteros. No nos vemos con la misma frecuencia de antes, pero las vivencias que hemos tenido y el real cariño que sentimos entre nosotros, hace que esté seguro que seremos mejores amigos para siempre. La verdadera amistad es tan difícil de encontrar. A veces no hay nada más importante que una verdadera amistad. No quiero pecar de exagerado, pero es el caso que un amigo puede ser tan necesario como un padre, una madre o una hermana. Eso se siente y se da. Comparto un ejemplo. Hace poco cumplí un año de casado, y no sólo estuvieron en la cena mis padres, suegros y cuñados, sino también estuvo mi mejor amigo en la modesta celebración. Alucinante. Eso es bacán. Me gustó. Me encanta tener tres amigos en los que uno puede confiar, sabiendo que siempre estarán para ayudarte y aconsejarte con sinceridad; dar y recibir cariño desinteresado.

Al final me doy cuenta que quería esto: escribir sobre las tres cosas más importantes para mí. A algunos les parecerá extraño leer estas palabras viniendo de quien escribe, pero, en fin, a veces la vida nos da sorpresas, sin necesidad de palabras rebuscadas o de difícil comprensión para muchos. Tan solo escribir lo que uno siente.


Hernán Jordán

Friday, May 09, 2008

Yo también quiero ser Tony Stark

No suelo ir al cine a ver adaptaciones de comics porque generalmente salgo muy desilusionado (aunque luego dejo que la piratería me permita rajar con propiedad). Mis amigos han padecido más de una vez mis diatribas que, como fan, lanzo hacia los realizadores y las majors cuando los resultados no se condicen con la leyenda de mis obras favoritas. Por ello, nada hacía predecir que me vería haciendo cola para la función de estreno de "Iron Man" en el Cine Planet de Plaza San Miguel.

Dos motivos me animaron finalmente a hacerlo. El primero fue Robert Downey Jr., uno de los intérpretes más sobresalientes de su generación, quien parecía haber nacido para encarnar a Tony Stark (con quien comparte más de un paralelismo). El segundo motivo, no menos importante, era mi esperanza que la cinta, al ser producida por la propia Marvel, sería lo más fideligna posible al original de lápiz y tinta. Y no me equivoqué.

"Iron Man" es, hasta la fecha, la película basada en un comic que mejor ha sabido aprehender la esencia de su protagonista. El film es muy respetuoso de sus fuentes, con alteraciones menores (pero necesarias para ubicar al héroe en nuestro tiempo) que no maculan la génesis del personaje. Esta alta fidelidad favorece al argumento, prácticamente sin fisuras, lo cual, complementado con un guión ágil y ameno (el reparto colaboró activamente en su redacción), basta para desterrar cualquier atisbo de bostezo de las salas de proyección. Hay que resaltar también el correcto uso de los efectos especiales, siempre al servicio de la trama y no mera pirotecnia audiovisual como en otras producciones del género. Además, para regocijo de nosotros los fanáticos, la cinta es pletórica de referencias al universo Marvel, anticipando la mayoría de veces acontecimientos futuros. Y no nos olvidemos del habitual cameo de Stan Lee, cuyas apariciones son cada vez mejor logradas.

El apartado sonoro, a cargo de Ramin Djawadi, sin ser extraordinario, emociona a ratos. Las que sí se llevan las palmas son las cañeras "Back in Black" de AC/DC y la infaltable "Iron Man" de Black Sabbath, esta última acompañando a los créditos de cierre (es una lástima que no fueran incluidas en el OST). A Tony Stark le gusta el rock, como no podía ser de otra manera, y no puede trabajar sin un equipo de sonido cerca reproduciendo sus canciones favoritas a todo volumen.

Pasando al rubro de las actuaciones, desde el gran Jack Nicholson y su inconmensurable Joker no veía a alguien que se compenetrara tanto con un personaje de historieta. Robert Downey Jr. ES Tony Stark. Un adorable canalla que destila cinismo y despreocupación a raudales y cuya afición por las mujeres y demás placeres sólo tiene parangón con su genio. Su vera efigie, pero sin drogas ni prisión de por medio. Ningún otro hubiera podido interpretarlo.

El resto del casting no desentona en absoluto, a pesar de lo reducido de sus roles. Un irreconocible Jeff Bridges luce brillante como el maquiavélico Obadiah Stane. A Gwyneth Paltrow le cae a pelo el papel de la diligente Pepper Potts. Hasta el director, Jon Favreau, se da maña de aparecer como el chofer y asistente personal del buen Tony, Harold "Happy" Hogan (si se sigue respetando la trama original, él tendrá una relación con Pepper Potts en las secuelas). Solamente no me satisfizo la caracterización de James Rhodes, no tanto por el trabajo de Terrence Howard, sino porque "Rhodey" (War Machine en ciernes) tiene un temperamento más serio y confrontacional en el comic, mientras que en la película luce como una suerte de hermano menor del protagonista.

Ojalá que en los siguientes capítulos se aborde el alcoholismo y demás demonios de Tony Stark, temas escabrosos suprimidos en esta primera entrega, a mi entender, para potenciar el lado encantador del personaje y conectarlo rápidamente con la audiencia. Ahora, a esperar por los demás productos de la factoría Marvel (aparentemente relacionados en su totalidad) pues, si se sigue por la senda de la fidelidad argumental, prometen ser verdaderos bombazos, como la cinta que acabo de comentar.


Jorge Luis Gutiérrez Torres
BlogsPeru.com